
Os estaréis preguntando por qué esta cifra tan redonda. Pues en honor a mi 41 cumpleaños que fue el domingo pasado.
1. Desde pequeña mantengo una actitud contagiosamente positiva ante la vida.
2. Cuando tenía unos dos años hice pis al lado del altar en plena misa del domingo.
No paraba quieta, recorría la iglesia de arriba para abajo y debe de ser que, mientras recorría la zona cercana al altar, me entraron ganas de hacer pis. Pues aquí te pillo, aquí te mato. Para cuando mis padres se quisieron dar cuenta, estaba en plena faena.
Creo que en aquel preciso momento entendían por qué algunos animales se comen a sus crías.
3. Cuando tenía tres años dije: «¡Qué viva España, olé!».
Era el año 1982 y mis padres estaban viendo el mundial de fútbol que por aquella época organizaba España. Me imagino que escucharía la frase en la tele.
Lo que nadie sabía es que había acabado de adivinar mi porvenir.
4. De pequeña uno de mis juegos preferidos era ponerme el gorro de invierno de mi padre y darle a las botellas.
Luego acababa así:
5. Mi otro juego preferido era asustar a mi hermana mayor con las branquias de carpa o el rabo de cerdo.
Si os estáis preguntando de dónde narices sacaba las branquias de un pez muerto, os invito a leer este post.
Ahora, no tengo la explicación para el rabo de cerdo.
6. Otra actividad que me apasionaba de pequeña era fregar el rellano del portal y regañar a los vecinos que me pisaban lo fregao.
7. Sin querer maté el pez y el hámster de mi hermana.
Al pez lo saqué del acuario para que respirara y en cuanto al hámster, pensaba que tenía hambre y le di la comida del canario que resultó ser mortal para él.
Sí, tenerme de hermana pequeña se hacía cuesta arriba.
Y no, no me cargué al canario.
8. Tuve un perro salchicha llamado Guisante (en polaco Groszek), claramente de descendencia española, en concreto de Bilbao.
9. Quise que mi padre fuera capo de la mafia, un verdadero capo di tutti capi al estilo don Corleone de El padrino.
Eso yo, pero mi hermana de pequeña un día llegó a casa llorando y preguntando por qué papá no bebía, porque el padre de su amiga bebía y cada vez que estaba piripi le daba dinero.
Por aquella época a mi madre se le notaba así como una pizquilla de cansancio.
10. En cuanto a mis aspiraciones laborales, quise ser reina.
No princesa, reina.
Luego quise ser modelo, pero cuando crecí lo suficiente como para verme en el espejo, decidí que sería pirata. Más adelante quise ser psiquiatra.
11. El 27 de diciembre de 1989 empecé a escribir un diario y seguí haciéndolo de forma regular hasta diciembre de 2002.
Todavía conservo todos los cuadernos en casa de mis padres.
12. Fui al dentista por primera vez por amor.
No, el afortunado no era el dentista, era un chico que iba al mismo cole que yo. Podéis leer sobre esa experiencia aquí.
13. A los quince años, siendo hippie, me enamoré de un skinhead.
Estaba convencida de que mi amor tendría el poder de cambiarlo.
Junto con mi mejor amiga de aquella época (también flower power como yo y enamorada de otro skin, el amigo de mi elegido) escribimos una novela sobre nuestra historia de amor imposible. Desgraciadamente no encuentro el manuscrito.
14. Durante siete años de mi vida (desde los quince hasta los veintidós) el único calzado que me ponía eran unas Dr. Martens.
Sí, también las llevaba en verano.
15. Cuando era adolescente quise ser actriz.
Lo único que me queda de aquello es que me gusta disfrazarme.
16. Me encanta probarme sombreros.
De pequeña pasaba horas delante del escaparate de una tienda de sombreros, mirando un tocado de redecilla. Me moría por tenerlo.
17. Soy una yonqui de la papelería.
Bolis, lápices, cuadernos, libretas, clip, pegatinas… Si compro diez bolis, le doy uno a David y el resto me los quedo yo. Soy peor que Gollum.
18. Me saqué el carné de conducir a los dieciocho años, pero no conduzco.
Poco después de habérmelo sacado confundí el freno con el acelerador y entré en una curva cerrada a ochenta kilómetros por hora. Lo más asombroso fue que no me salí de la curva, pero del susto no volví a conducir.
19. Empecé a estudiar español porque no me cogieron en Filología Inglesa.
20. Leo libros en inglés y entiendo todo cuando me hablan, pero soy incapaz de decir más allá de hello, my name is Paulina.
Hace mil años hablaba con fluidez, pero al no usarlo perdí toda la práctica.
21. Me olvido de las películas.
No soy capaz de retener en mi memoria el argumento de una peli que vi hace una semana.
Excepto Love Actually, que me la sé de memoria porque es una de mis pelis favoritas.
22. La primera peli que vi en español fue El día de la bestia.
Fue cuando estudiaba Filología Hispánica en Cracovia. La encontró uno de mis compis y fuimos a su casa a verla. Flipé.
23. No quise salir con David porque no quería tener novio, pero al final accedí porque, total, no me iba a casar con él.
Lo conocí dos semanas después de haber llegado a Madrid y nos casamos cuatro años más tarde. Yo es que soy así, cuando digo no, es que no.
24. Al día siguiente de la boda tiré mi vestido de novia.
Me lo hizo una modista, pero la diferencia entre mis expectativas y la realidad lo mató.
25. Uno de mis primeros trabajos en Madrid fue de camarera en un garito del heavy gótico.
Era como para desmayarse de la alegría. Podéis leer más sobre aquello aquí.
26. Otra de mis ocupaciones de aquella época fue como acomodadora en las corridas de toros y le eché una bronca al Fary porque ocupaba el asiento que no era el suyo.
Que quede claro: soy totalmente antitoros, pero en aquel entonces no tenía ni un duro ni permiso de trabajo y no me quedaba otra que aceptar aquel curro.
Tampoco sabía quién era El Fary.
27. Soy incapaz de orientarme cuando alguien me indica el camino diciendo «sube/baja la calle».
En polaco no usamos eso de sube/baja la calle, así que os lo juro que a veces no veo la inclinación y no sé por dónde tirar. Estoy por llevar un puñado de canicas y en caso de necesidad soltarlas para aclararme.
28. Me encantan las novelas policiacas.
En mi mesilla de noche tengo ahora mismo El siglo de los detectives de Jürgen Thorwald. Un libro sobre el nacimiento y el desarrollo de la medicina forense con el que uno aprende cosas como cuánto tarda en coagular la sangre de un cadáver o cuánto tardan en emerger del agua los cuerpos ahogados. Vamos, una lectura perfecta para antes de dormir.
29. Soy una compradora compulsiva de libros.
Tengo unos 38 libros que todavía no me ha dado tiempo leer, en este último cumpleaños me han regalado otros seis (y me han hecho la persona más feliz del mundo) y con todo esto, en mi lista de deseos de Amazon hay 176 libros que me muero por comprar.
No es normal.
30. Adoro el mar.
Desde pequeña el sonido de las olas me relaja.
Y no me gusta la montaña. Aunque por lo menos allí me queda claro cuando se sube o se baja.
31. Me encanta el sonido de la lluvia y de pisar la nieve.
Sufro viviendo en un país con una media de 300 días de sol al año.
32. Odio el verano porque no soporto el calor.
Aguanto hasta los 30 grados, con 40 me vuelvo un pelín irascible y me entran ganas de salir a la calle con un lanzacohetes, a lo Michael Douglas en Un día de furia.
Sin embargo, me encanta la sauna.
33. Odio comprarme ropa.
Porque me cuesta sudor, sangre y lágrimas encontrar ropa con la que no me parezca a Ofelia (la de Mortadelo, no la de Hamlet).
34. Soy incapaz de andar con tacones.
35. Desde hace un par de años soy vegana.
David también.
Si salimos a comer o a cenar fuera, somos flexibles. Seamos sinceros, vivimos en un barrio obrero del sur de Madrid que huele a fritanga, porros y chopped, así que encontrar platos veganos en los bares de por aquí se hace dificilillo.
Pero en casa no comemos nada de carne, pescado (sí, el atún también es un animal) ni lácteos.
36. No me imagino la vida sin el café de Starbucks, los helados Häagen-Dazs ni Nutella.
Sí, todo ello 100% vegano.
Ya os dije que era flexible.
37. Me gusta hacer deporte, pero odio correr.
Me encanta andar, me gusta el yoga, el pilates, la natación, el TRX y últimamente me he enganchado al spinning y body pump, pero no me pidáis que corra.
38. Las cámaras me odian.
39. No plancho.
Nada.
Tenemos la plancha en casa solo por si hay que planchar alguna camisa porque nos invitan a un bautizo, una comunión o una boda. O sea que no nos invitéis.
40. Cuando me emborracho, no hablo.
Ni una sola palabra. Ya que se me traba la lengua, me da pereza esforzarme y me limito a sonreír.
41. Soy la nueva presidenta de mi comunidad de vecinos.
Ya os lo explicaré la semana que viene.