
No sé si lo sabíais pero resulta que la rutina te hace morir más rápido que si llevas una vida llena de diversión y emociones. Y para cambiar una vida aburrida tienes que abrazar las diferencias y hacer pequeños cambios que hagan cada día especial, divertido y recordable.
Por eso la semana pasada David y yo fuimos a hacer Tai Chi.
Nos presentamos en la clase y la profesora dijo que íbamos a practicar la secuencia 24 que consistía en 24 movimientos que ella nos iba a enseñar uno a uno y luego nosotros los repetiríamos. Nos aconsejó observarla atentamente y concentrarnos en aquietar nuestro chi para memorizar y analizar con calma todas las posturas: que si la grulla, que si el gorrión, que si la reina mora…
Muy bien. Empieza la demostración.
Damos un paso hacia la izquierda y subimos la mano derecha. Luego damos medio paso hacia adelante con la pierna derecha, subimos la rodilla izquierda mientras bajamos la mano derecha y subimos la mano izquierda. Extendemos hacia adelante la pierna izquierda, subimos la mano derecha al mismo tiempo que bajamos la izquierda. La pierna derecha queda extendida soportando todo el peso.
Chupado.
Ahora nos toca a nosotros imitar todos los movimientos. Debemos realizar la secuencia a un ritmo lento, constante y sincronizarla con la respiración. La profe lo estará haciendo con nosotros por lo que debemos prestar especial atención a lo que hace y concentrarnos en conseguir movimientos correctos. Empezamos.
Damos un paso hacia la izquierda y subimos la mano derecha. Luego damos medio paso hacia adelante con la pierna derecha, subimos la rodilla izquierda mientras bajamos la mano derecha y subimos la mano izquierda. Extendemos hacia adelante la pierna izquierda… Paramos. La profe mira a uno de nosotros y le pregunta qué ha entendido por eso de «extendemos hacia adelante la pierna izquierda». No, si lo de diferenciar los lados es muy complejo. En fin, repetimos todo desde el principio.
Damos un paso hacia la izquierda y subimos la mano derecha. Luego damos medio paso hacia adelante con la pierna derecha, subimos la rodilla izquierda mientras bajamos la mano derecha y subimos la mano izquierda. Extendemos hacia adelante la pierna izquierda… ¡Nooo! El genio de la sincronización de antes se ha vuelto a liar.
La profe le dice que lo hace todo al revés y ahora mismo otra vez tiene adelantada la pierna derecha. Nadie se mueve. La seño insiste en que el torpe cambie de pierna. El torpe ni caso. Miro a mi alrededor y suspiro. Anda que no distinguir derecha de izquierda… Que se ponga un peluco, a ver si lo lleva mejor. Ni que hiciera falta un máster. Hay que ser inútil.
Entonces la profe viene hacia mí y dice: «Anda, bonita, te hablo a ti. Cambia el pie y seguimos».
Lo de dejarme las gafas en casa fue una idea malísima. Para la próxima me las pongo.