
«A todos los artistas les hacen la pregunta: “¿De dónde sacas tus ideas?”. La respuesta honesta del artista es: “Las robo”».
Así empieza el libro de Austin Kleon Roba como un artista
y me pareció un libro genial desde este primer fragmento porque por fin alguien era honesto.
Me ponen muy nerviosa los artistas que sostienen que a la hora de crear sus obras jamás se fijan en nadie. Sus obras siempre son completamente originales, innovadoras e irrepetibles y las ideas les vienen de la nada. Vamos, esas ideas tan originales les caen del cielo de una isla desierta en la que viven rodeados de cocoteros y de piñas, y donde su único compañero es el señor Wilson. Que en ningún momento vayas a pensar que hay alguna posibilidad de unir jamás su idea con las ideas de otros artistas. Su arte siempre es completamente original.
Puedo entender que a nadie le gusta que le comparen con los demás porque las comparaciones pueden ser odiosas, pero considerarse un genio que se ha criado en un espacio formado por el vacío absoluto es pasarse un poquito.
Porque muchos grandes artistas te dirán que
Tienes que ser completamente original
Muy bien. La teoría la pillas, solo tienes que transmitir al mundo todas esas ideas tan originales que se te acumulan en la cabeza y se mueren de ganas para que las liberes.
Pero luego, en la práctica, te sientas delante del ordenador, abres el Word, levantas las manos para liberar todas esas ideas y de repente te paras en seco porque te haces una sencilla pregunta: «¿Y sobre qué tema nadie ha escrito todavía? ¿Sobre la muerte? Está trillado. ¿El amor, la envidia, la ambición, el odio, los celos? Tres cuartos de lo mismo. ¿Cómo puedo escribir sobre algo nuevo si se ha escrito sobre todo?» (bueno, yo me pregunto sobre qué escribir, tú a lo mejor te preguntarás qué diseñar, componer, esculpir, inventar, dibujar, coser o lo que hagas).
La cuestión es que cuando tú intentas crear algo, te das cuenta de que no vives en el desierto, no te has arrancado los ojos ni destrozado los oídos y por desgracia conoces la obra de otros artistas. Entonces no te queda otra opción que asumir que nunca jamás podrás crear nada original y cada idea que se te ocurra será un fraude.
Pues dime como no montar un club de fans de Austin Kleon cuando en su libro te suelta lo siguiente:
Lo que un buen artista debe entender es que nada viene de la nada. Todo el trabajo creativo surge de lo que ha existido antes. Nada es completamente original.
¡Aleluya! Por fin puedes dejar de ser un puñetero ñu que se empeña en inventar todo desde cero y derribar puertas que ya están abiertas. Has vuelto a nacer. Casi lloras de emoción cuando sigues leyendo:
Si nos liberamos de la carga de tratar de ser completamente originales, dejaremos de intentar el hacer las cosas desde cero para asumir nuestras influencias en vez de huir de ellas.
¿Por qué nadie te lo ha dicho antes?
Vivirás mejor cuando entiendas que aunque te inspires en alguien, tú eres único porque cada persona lo es. Todos tenemos nuestro carácter, habilidades (aunque sea hacer el saludo de Star Trek), pasado y experiencia personal que nos diferencian de los demás. Acepta tus influencias porque por mucho que te inspires en tus ídolos, al final siempre vas a tirar por tu propio camino (a no ser que seas un gran jeta y te dediques a plagiar, claro).
Mira este vídeo en el que Kleon habla justo de eso (en la rueda dentada puedes configurar los subtítulos en español):
Pero no te alegres demasiado todavía porque algunos críticos muy serios, profesionales y superentendidos en la materia te dirán que
Ser creativo es un don con el que se nace
Dime que no es para matarlos. Por culpa de esta mierda vives convencido de que si con 8 años no componías sinfonías como Mozart, te puedes olvidar de tocar cualquier instrumento. Con 8 años y tres meses ya no hay nada que hacer.
Porque los grandes críticos te dirán que o naces hecho un genio o ni te molestes en escribir, pintar, esculpir, componer o no sé qué más. Porque la creatividad no es algo que se pueda aprender (y ya te digo yo que sí se puede y hay un libro que te dice cómo, pero hablaré de él en otra ocasión).
Y vives agobiado porque tu primer dibujo que has hecho cuando tenías 8 añitos no ha dejado boquiabierta a toda la crítica (tu madre y tu abuela no cuentan). Estás convencido de que no eres creativo porque has nacido sin el don. Jamás crearás nada porque la crítica internacional no alabó tu estilo personal e inusual originalidad de tu primer boceto hecho con tu caca.
¿Cómo vas a pensar que puedes descubrir y desarrollar tu lado creativo? Pues en Roba como un artista te dicen que la creatividad es para todos.
Se te cortocircuita el cerebro cuando de repente te enteras que:
Nadie nace con estilo ni con voz. No sales de la matriz sabiendo quién eres. Al principio de nuestra vida, aprendemos imitando a nuestros héroes. Aprendemos copiando.
Sí, copiando. Porque
Copiar significa ingeniería inversa
Seguro que ahora los genios de nacimiento solitarios me dirán que si todos aprendemos copiando, mañana mismo cualquiera podrá ir al Reina Sofía con el papel cebolla para calcar el Guernica y afirmar que Picasso fue su influencia de toda la vida.
Pues no.
Estamos hablando de práctica, no plagio: plagio es darte el crédito por el trabajo de alguien más. Copiar significa ingeniería inversa. Es como un mecánico tomando una parte del coche para saber cómo funciona.
O como un amigo mío que de pequeño desmontó la radio de su abuela porque quiso saber de dónde salían las voces (lo malo es que después no supo montarla, pero era un detalle sin importancia).
Volviendo al tema, la verdad es que no se me ocurre mejor manera de aprender a escribir, pintar, esculpir, componer, programar, diseñar, coser (pon lo que te da la gana) que «desmontar» la obra de alguien a quien admiras.
Ahora,
Primero debes saber a quién copiar, segundo, qué copiar
Obviamente vas a copiar a alguien cuyo trabajo te gustaría imitar. Tu candidato puede estar vivo o muerto, pero lo que importa es que sea alguien quien te inspire.
Qué copiar es un poco más difícil. No sólo te robes un estilo, róbate el pensamiento detrás de ese estilo. No quieres verte como tus héroes, quieres observar como ellos.
La razón por la que copiamos a nuestros héroes y su estilo es porque, de una forma u otra, logramos echarle un vistazo a su mente. Eso es lo que realmente quieres: interiorizar su forma de ver al mundo. Si sólo imitas la superficie del trabajo de alguien más, sin entender de dónde viene, tu trabajo no será nada más que una mala imitación.
Pensándolo bien este blog es como mi gran archivo de «robos». Un patchwork de ideas inspiradoras de gente a la que vale la pena «robar». Así que sírvete si necesitas inspiración 🙂
Roba como un artista
Austin Kleon
Aguilar, 2012
Traducción: Alejandra Ramos